miércoles, 29 de enero de 2014

Todo llega

Todo llega, hasta una entrada nueva en mi blog... Jo, lo siento, he dejado pasar demasiado tiempo y ésto no puede ser, pero es que si pongo un circo me crecen los enanos y todo son disgustos últimamente.

Hoy, sin ir más lejos, el mecánico me ha comunicado amablemente que la reparación de mi coche asciende nada más y nada menos que a 2.400 eurazos (menos un 10% de descuento, ¿eh?) Y eso significa que de aquí a que yo encuentre un trabajo que nos mantenga, tendré que desplazarme a patita o en transporte público.

¿Y ésto qué tiene que ver con los gatos? Pues nada, pero lo tenía que contar :(

También tenía que contaros lo siguiente: estaba yo tranquilamente en mi salón (mejor ahorro los detalles como que llevaba mi forro polar con pelotillas, el pelo sucio y el pijama desgastado) cuando de pronto veo:

Oh-Dios-mío.
Oh-Dios-mío.
Oh-Dios-mío.
(Y así por lo menos un minuto)

Pero.... ¿¿¿¿¿QUÉ HACÉIS????? ¡¡¡¡¡¡¡QUE SOIS HERMANOS!!!!!!!!! Ay por favor, ya sabía yo que ésto de vivir cinco gatos más una desempleada soltera todos juntos bajo el mismo techo no iba a traer nada bueno, que se nos está yendo la olla a todos...

Y diréis: "pues sí, chata, lo de vivir sola con los cinco gatos no es del todo normal". Y os contestaré: pues no, chatos, no es del todo normal, pero es que el otro día estaba yo sacudiendo el trapo por la ventana y cuando miro hacia abajo para cotillear la terraza de mi vecino del primero mirad lo que me encuentro:

¿Los veis? Os ayudo: son cinco perros, ¡¡CINCO PERROS!! (esquina inferior derecha) Pequeños, sí, pero perros al fin y al cabo. La prueba definitiva de que yo no estoy bien de la azotea, pero mi vecino tampoco.

Y para terminar, como no todo van a ser malas noticias y quejas, ahí va una foto del último caprichín:

Si ellos están contentos, yo también. Por suerte, ellos me enseñan cada día lo felices que podemos ser con muy poco y lo agradecidos que tenemos que estar por tener todo lo que tenemos.