Corramos un tupido velo. Lo que yo quería contar es que estas navidades me voy a limitar al belén gatuno: su angelito, su Virgen y su San José, su Niño, sus Reyes Magos... No le falta un perejil. Eso sí, todo fuera de la vista felina para no tener disgustos.
¿Lo veis allí arriba? Y porque no era plan de ponerlo en la siguiente balda porque ya quedaría
fuera del ángulo de visión humano, que si no lo habría subido más.
Y es que aunque parezcan angelitos todos sabemos que en realidad lo que tenemos en casa son auténticas fieras destructoras de adornos y de objetos con valor sentimental para los humanos. Y quiero pensar que ésto es así porque la misión de nuestros gatos es enseñarnos que el verdadero valor está en los seres vivos, de ahí que destruyan jarrones, figuritas, cables o sofás.
Míralos, ahí durmiendo sobre mis piernas aplastadas... ¿no son para comerselos?
Menos mal que se acercan estas fechas tan entrañables en las que todos olvidamos los rencores y las diferencias con los demás. ¿O no?...
Minerva y Sirio, en el fondo, se quieren...
¡¡Feliz Navidad a todos!!