"Qué vergüenza me entra cuando te pones sentimentaloide..."
Si yo no hubiese salido a dar un paseo durante el descanso de la comida, no lo habría oído. Si él no hubiese maullado justo en el instante en el que yo pasaba a su lado, no lo habría visto. Si no hubiese sentido una punzada en el corazón, no me habría parado.
Un día, como cualquier otro día, en pleno Paseo de la Castellana de Madrid, con la calle llena de coches y gente enchaquetada que camina deprisa mirando su móvil. Ambiente de trabajo, humo de coches, ruido, prisas.... y, de pronto, nos cruzamos. Y yo me voy corriendo a comprar una latita. Y me siento en el suelo a mirar cómo se la zampa. Y me da igual lo que piensen los enchaquetados y que estemos a casi 30º, porque en algún sitio está escrito que ésto tiene que ser así.
Y pensar que estuve a puntito de darte en adopción... ¡¡se me ponen los pelos como escarpias!!
"¡¡Me voy!! ¡¡No quiero fotos!!"