Minerva y yo somos pequeñas, canijillas, apenas ocupamos espacio en el mundo! Nos gusta comer, pero no somos ansiosas y disfrutamos de lo que tenemos en el plato con tranquilidad. Somos discretas, hacemos poco ruido si nos comparas con los individuos masculinos que viven con nosotras: no damos portazos, no rascamos compulsivamente en el arenero, no damos voces... Por las noches, ocupamos nuestra esquinita de la cama y apenas nos movemos.
Somos de pocas palabras, preferimos estar calladitas y tranquilas, lo que tiene una gran ventaja: las pocas veces que pedimos algo usamos la técnica "pongo cara de ser encantadora" y conseguimos lo que queremos. Ahora sí, no nos toques las narices porque chillamos, bufamos y sacamos las uñas con una mala leche desproporcionada para nuestro pequeño tamaño!
Nos gusta estar solas, huímos de las multitudes. Minerva sólo se tumba conmigo cuando sus hermanos no están. Yo me agobio cuando los invitados no hacen el amago de marcharse de mi casa.. No nos gustan las novedades ni las sorpresas ni los cambios. Nos cuesta admitir a los recién llegados: cuando Sirio llegó a casa, Minerva lo perseguía a todas horas. Un año después, parece que ya se empiezan a soportar!
Somos frioleras y nos gusta el calorcito y sentarnos al sol. A Minerva es a la única que le gusta meterse debajo del edredón. En mi lado de la cama, claro.
Una diferencia: a Minerva le gustan más los humanos que los gatos. A mí... me gustan más los gatos...
Minerva: "oh, no, creo que se acercan mis hermanos..."