Hace unos días estuve en esa tienda sueca que te vende los muebles por piezas para que tú te los montes y les compré a mis gatos un caballito de peluche, porque los muñecos de esa tienda suelen tener bastante éxito entre mis felinos. El resultado fue bastante satisfactorio, especialmente para
Estrellita, aunque no se si al caballito le hizo tanta ilusión venir a parar a esta casa...
Estrellita pensó que tal vez el caballito era de mar...
El parqué quedó estupendo después del baño equino.
El caso es que cada vez que veo a
Estrellita ahogar pelotas y muñecos me da pena pensar que lo que está ahogado es su instinto cazador porque en casa lo tienen todo hecho y sólo se tienen que esforzar en depurar la técnica para despertarme por las mañanas.
Lo más exótico que han cazado mis gatos ha sido una mosca
como la que retiene Apolo bajo su pata...
Su vida se convierte en rutinaria si nos limitamos a darles de comer, cambiarles el agua y limpiar los areneros, así que toca esforzarse para añadir un poco de emoción a sus peludas existencias.
No se si debería confesarlo, pero... Minerva y Yunus esperan pacientemente a que yo
termine de comer para... ¡¡¡chupar mi plato!!!
El otro día el veterinario me dio un par de pautas que estoy poniendo en práctica: ahora me dedico a repartir bolitas de pienso por los rincones más insospechados de la casa para que mis gatos se entretengan en buscar. Y, sorprendentemente... ¡¡funciona!! Es un espectáculo ver a
Apolo correr cual gacela por el pasillo en busca de la bolita escondida... tremendo.
¿Vosotros hacéis algo parecido con vuestros gatos? Decidme que no soy la única que recorre la casa de puntillas con un puñado de pienso en la mano...
No, Estrellita, el caballito no está ahí, el pobre está secándose en el tendedero...